Lucernario de perlas

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A veces, 
es posible encontrar tesoros sumergidos en papel, lucernario de perlas ocultas a la luz de otras miradas, allende su cultivo ultraversal.

Yo dejo aquí su flor,la raíz de su cuna, y el sentir narrativo del propio sentimiento...

mmb






Oscuramente mía.

Me he desprendido de la luz al borde de una boca que ensaliva respuestas.

Página a página me responde a todas las preguntas que no le hago, como si fuera cierto que lo ha vivido todo y quisiera mostrarme cómo encara la muerte.

Sólo le quedo yo por intuir, quizás porque no existo.


Morgana de Palacios. (De: Intuición)


***


me quedé a tu costado con las armas
cansadas
y los pies monolíticos
me quedaste, mujer, a tu costado con la
mano tendida
y yo ahí
volviéndome decente en medio de tu
palma prodigiosa

eso es lo que soy
ese oeste sombrío
amoroso y violento
guardián del cuadrante de tu brújula

y vos
mi este inamovible.


Gavrí Akhenazi. (De: Espacio a tu costado)


***


Yo soy esta que soy y como soy escribo
sin grandes pretensiones
sin grandes documentos
sin alegatos acerca de mi misma.

Nadie sabe de mí
porque de mí, a nadie explico nada
que no pueda decirse sonriendo.

Me gusto en la dulzura y en los árboles
que contemplo entregada
como si fuera un pájaro que está eligiéndose un departamento.

Las penas me caminan suavemente,
duermen en mi regazo
se hacen populares en mis hombros
y por vivírlas como compañeras
he aprendido de todo un poco más.

Yo no soy ampulosa ni un petroglifo maya
que precise manual para eruditos.

Soy como la alegría.
Sólo ocurro.


Eva Lucía Armas. (De: Ocurrencia)

De la fuente, mujer

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Una fuente murmura los ecos de la noche.

Flotaba en el ardor de las cenizas
esa sonrisa quieta
de los que aman por primera vez,

en ti los elementos, el fuego a contraluz,

y el sol en nuestras aguas
fluyendo de la tierra sólo el aire,

ardiéndonos de veras.




Manuel M. Barcia

Antónimo de ti. La reflexión

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¿Fuimos la no creencia?
¿acaso la intuición?

Imposible saber
si es más fuerte que yo nuestro extravío
en esa realidad,
mientras tu inteligencia me sostiene
tan místico y tan fiel,

tan lejana la luz en que salvarme
de presagios oscuros
y todas las respuestas que no tengo
al tú interrogante,
quizá porque tampoco allí exista.

Nadie fui, nada soy,
apenas un reflejo en mi destino
y de tu alma
casi.



Manuel M. Barcia

La inexistencia

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A veces es posible confundir al espejo.

Ahora puedo ver
lo que habita la luz en mi ceguera.
Pronuncias la pasión
y la impureza late
los temblores que anidan lo invisible,

mientras arden en mí
los cánticos que olvidan en silencio
los ecos del amor,

la inexistencia.



Manuel M. Barcia

El exilio del fuego

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Voy a poner mis manos en tu cuerpo,
tus manos en el mío como luna.
Noche cerrada y sola, azul menguante.

Isabel Reyes Elena   (De: Mirada)





Si hubiera en mí un tsunami capaz de otro destino
sin nadie a quien ahogar,
sin abismos de sed que me silencien...

Pero no, sus corrientes,
apenas la existencia de otro clima,
la sanación errónea de mi piel,

instantes de quietud,
algo de libertad,

pulsiones de esplendor que justifican
el exilio del fuego.



Manuel M. Barcia

Finales sin euforia

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Será que tu corral tenía un gallo
especialista en última pelea;
a ver si no por qué tanta jalea
con rimas sin razón que no me callo.

A veces no es la flor quien sube al tallo,
tan sólo es del arbusto una tea,
que hábilmente así no se marea
oyendo carcajadas de urogallo.

Será que soy feliz en lo que brota
en las horas de mí sin procedencia
y obstinada fe por los tumores.

El tiempo del amor nunca se agota,
sin embargo, eres tú la consistencia
de todo lo que causa esos temores.

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Si hablamos de chorradas con valor,
que fluya por el mal olvido apenas,
o el río que remansa las arenas
con aguas transparentes sin dolor.

No soy yo del triángulo el olor
que trae a las Bermudas las ballenas,
tampoco soy besugo con antenas
que distinga tu luz de otro color.

Por eso bajo lluvia te persigo
buscando la frescura en otras fuentes
que alivien del amor mi desnudez,

ya bien tenga del crimen mi castigo,
o sea de los tiempos inclementes
demanda sin juicio en la mudez.



Manuel M. Barcia

Bajo revelaciones

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Si la quietud hablara,
si fuéramos allí la vibración
de las voces nocturnas,

la luz en diapasones que amanece,
virginal todavía,

igual que un santuario que resume
los tiempos del amor
y consigna del fin, apenas sin tristeza.

Si hablara esa quietud
junto a la simetría de tu cuerpo,
como el viento que sopla en un trombón
y a los dos nos reclama

gimiendo soledad
en las puertas cerradas de tu vientre.

Si no fuese silencio
el grito en la mudez,
haríamos un pacto con la ausencia,

acaso sea música también
esa sombra tendida bajo revelaciones.



Manuel M. Barcia.

La oración de los solos

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Ni luz, ni vademécun, ni conquistas del ser.

No escribo lo cortés en un poema,
acaso sólo quepa en el lirismo
lo inútil de mi amor

y exento de los egos que releen
las páginas de un libro boquiabierto
con nadie en su mirada,

o tal vez quiera el verso transpirar
la oración de lo solos,
su voz en el retiro

y luego el memorandum,

las batallas feroces de mí en el desencuentro
con lo que fue mi vida.



Manuel M. Barcia

Diálogo infinito

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Yo no sé que más pruebas necesitas,
porque en mí ya no quedan
partículas sobrantes que hagan del amor
simplemente un caudal
que fluye corazón y emociones
desbocando la luz, y lo que mana
desde el presentimiento,

de mis sueños, autor,
imágenes del ser que nunca acaban
la memoria de ti,

diálogo infinito en mi presente.



Manuel M. Barcia

Con sotas en la manga

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Acaso ya surgiera nuestro fin
antes de conocernos,
así como se odian y se aman
el juego y los tahúres,

con esa tiranía de vencer
al hastío,
con sotas en la manga

y un as en su espesura.



Manuel M. Barcia

Apenas me crié

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Apenas me crié bajo tu sombra,
ya sabes la razón,
no había en el corral el suficiente espacio
para evitar la muerte
de uno de los gallos de pelea.

Hube yo de emigrar
para que allí balasen las corderas,
juntas y amamantando
las críticas de mí por decidir
que fuese quien quisiera.

Y no por llegar lejos mi alma en el exilio,
dejaba de llorar
por la sed de tus ubres,

sin embargo,
ahora es soledad,
no es tiempo de airear lo que no vuela,

tan quietas mis raíces.




Manuel M. Barcia

Vivir en tiempo libre

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La fuga del instante,
campanarios de ayer en el reloj
que suenan en el eco distraído
voces de la memoria.

Y apenas un atisbo de dolor
recorriendo la escena,
los azules tempranos,
o acaso sea la noche
amaneciendo
las fechas de almanaques más antiguos
para saber si hoy
el mal desagoniza en el presente
un leve desapego
que permita vivir
a las nubes de sombra en tiempo libre,

y un mañana tal vez
sin la luz detenida en el ocaso,
eterna Navidad.


a los enfermos de Alzheimer



Manuel M. Barcia

Acaso era dislate

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Navegué con la luz de los perdidos
ardiendo mis quimeras.

En medio del océano, tu voz
y el esclarecimiento,

tan faro del amor es la locura,
o acaso era dislate.



Manuel M. Barcia

Escucho la tristeza

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Con las sienes quebradas
y entregado al fin,
sin el último aliento que me lleve
a lo desolador
del tiempo que contempla los fracasos.

¿Entonces tanto esfuerzo para qué?

No sé escribir poemas,
ni plasmar sentimientos que hablen del Amor
con la solemnidad que lo merece,
y sin que tenga versos en donde sueñe yo con las cigüeñas
alzando de sus nidos el otoño
para volar paisajes más al sur,
la música, el deshielo.

Igual que un dios enfermo
lato mi corazón bajo la nieve,
y en su temblor vacío apenas soy,

escucho la tristeza.




Manuel M. Barcia

Lo esencial

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Tan sólo lo esencial.

Podría caber más, posible-mente,

pero el minimalismo es así:

La idea despojada de sobrantes

y del todo la nada.

Manuel M. Barcia

Evocaciones

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La escucho conversar en un siseo,
entrecortada y leve,
como los pensamientos que rehuyen
las razones de algún significado.

Y sigilosamente
abre mi corazón y se agiganta,
expande la mandíbula hasta mí
y ansía devorarme
con signos de tarot entre mis sueños.

Apenas soy del tiempo escaramuza,
lugar donde expiar lo que no existe,
para sobrevivir,
para que su tesón no venza mi memoria,

ni me aprisione Brecht
volteando los pájaros de luz
como si fuesen dudas.

Acaso sea yo aquel Narciso
que habita en el espejo.
Responde, criatura:
¿Hablas tú con mi mente?



Manuel M. Barcia

Tan sólo mi canción

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Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.

Miguel Hernández.





Fuimos en el ardor de tu mirada
el señuelo que avista tras la lumbre
las lágrimas del acto en pesadumbre
fingiéndote pasión y enamorada.

Minamos los furores de tu hollada
haciendo entre nosotros la costumbre
donde aprendió a mostrarse por techumbre
la ruta de un destino sin morada.

Y sola tú, amante sin pareja,
diluvio en una fuente de suspiros,
con la vida sepulta bajo nieve.

No había en el amor ninguna queja,
ni estrechuras de paso en los retiros,
tan sólo mi canción, un himno breve.



Manuel M. Barcia

Como si fueras tango

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Sólo quiero tu luz,
la sombra junto al sexo dividida,

o como baila el tango
un ritual de amor
transpirando al desnudo los deseos,

tan ciega allí la noche,
tu etnia de mujer en nuestros gestos.




Manuel M. Barcia

Apaciguando restos

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Había acostumbrado mi pasión
lo salvaje del rito
cercando tu misterio,

a ser en el propósito leyenda
y el incendio de soles
apenas con las brasas del amor
y tú bajo cenizas.

Escucho todavía nuestra gesta
y el fin del egoísmo
en nuestra esclavitud,

y las voces convulsas del placer
y el desencuentro,
lo que nos hace libres,

y yo, tan solo en mí,
la huella de otra vida en este mundo,

apaciguando restos.



Manuel M. Barcia

Azar

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A veces el amor es lotería,

como si fuera un busca y gana siempre,
o acaso sea el azar
desesperado intentos,
o un golpe de fortuna que acaricie
a un pobre corazón
dejado por la suerte,

como un sueño real, que perdura, luego existe.





Manuel M. Barcia

Alguien nos enlutaba

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En el ayer poético que escribes
se me olvidó decirte que te amaba,

antes de que el suicidio
penetrara en nosotros
con armas en tu claustro enloquecidas
de un celo sin defensa.

Tal vez fuese razón vivir
o no,

alguien nos enlutaba con plagios de la noche,
mas todo era alegría.




Manuel M. Barcia

De otras seducciones

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¿Cómo puede la flor
ser inmóvil ahí,
celosamente?

Será que abría pétalos la noche
ahuyentando el amor
con sombras de silencio...

y extática la luz
que la transpira

de otras seducciones.




Manuel M. Barcia

La embriaguez de las sombras

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Si dijese que tú quebrantas de mi fuego las raíces,
entonces mentiría,

como finge la luz
los días de tormenta
y el incendio
de nuestra lejanía,

la embriaguez de las sombras
en nuestro atardecer tan obstinado.



Manuel M. Barcia

Sombras de luna y sol

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Te preguntas si yo he de morir
creando una amalgama de lirismos,
o sed epistolar
que te anuncie la voz del arrebato
y el tiempo de lujuria por las venas.

Para qué profanar el hecho de la luz
cuando solo has de ser
el instinto que arraiga
de modo inaprensible en nuestro sexo

pasión, lujuria, alquimia amorosa, lluvia, sombras...

la magia en el ardor
definitivamente.




Manuel M. Barcia

Gavríoteca de ti, sin barricadas

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Leí con emoción esas palabras
que luego te robé,
para sentir la música de fondo
que hay bajo lo inútil de la guerra,

territorio comanche que no incita
los tiempos de agresión,

acaso los efectos visuales
que evitan la conciencia de no ser,
cadavérica sombra entre los ojos,
tan adentro de mí
todo su germinario.

Yo bebo ese dolor a cuentagotas,
sin que sea veneno,
maldiciéndome, a veces,
por oír los mil ecos que restallan
de forma tan brutal,
sin ser yo melodía que los cante
con penuria del alma.

Existo en los desórdenes de mí
las páginas que cierro
y arden en la noche,

mientras tú conversando
luciérnagas con luz de barricada.




Manuel M. Barcia

Sentir lo Ultraversal

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Crucé lo imaginario sin saber
qué fuerza me arrastraba con sus brazos
hacia un mundo irreal,
emociones sin mi en la existencia,
con otro corazón alguna vez
latiendo mi sentir
en pulsiones gemelas de un tiempo iluminado.

No es tan fácil hallar
los mágicos instantes de Dios en la palabras,

tan cerca del amor,
tan lejos de extinguirme de lo humano
que podría pecar de incongruencia
fingiendo lo que fui,

-un ángel asombrado en el espejo-

y un verso en la retina
mirándome con luz de mis pestañas,
aunque nadie lo vea,

aunque sean mudez
voces de poesía
tan adentro,

acaso pedernal cuando hay un fuego

(o tan solo palitos)




Manuel M. Barcia

DEL AMOR QUE ENVEJECE

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El remolino en mí,
la interminable brisa
que aletea tan núbil el deseo,

la intacta juventud
envejeciendo amor
sin darnos cuenta.





 a mis abuelos



Manuel M. Barcia

PROFECÍA DE UN MUNDO SIN FINAL

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¿Y si el Apocalipsis solo fuera
un mundo sin final,
un estrecho de luz
donde se abraza el cielo con la noche?

El hombre nunca supo divisar
los paisajes lejanos
que esconde al infinito tras la niebla,

lo cósmico total,

el hallazgo de un dios que fuese niño
y siempre en su actitud
el tiempo veracísimo y feliz
que otorga el corazón
mientras late pureza nuestra vida.

Odiamos cualquier signo de humildad
que nos muestre volátiles al ser
opinión de los otros.

Salvajes, nos matamos,
ardemos el dolor de los caídos
con cánticos de loa y libertad
dejando las riquezas sin heridas,

para que sean culto
del poder de los vivos
sobre la silenciosa muerte que se proclama
quietud, recordatorio,

a quien osa enfrentar su pensamiento
contra los que castigan el valor
a golpes de fusil y cañonazos.

Vendrá ese final de los finales
cuando la humanidad
tan solo sea espíritu en la nada,

conciencia de la luz en nuestros siglos
haciéndonos saber atrocidades
antes de Navidad.





Manuel M. Barcia

LAS SÍLABAS CALLADAS

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Algo de Dios levita en la mirada
de los que te acarician con el verbo.

(Morgana de Palacios)






Cuando nombras a Dios
también citas la luz que me entristece,
un lenguaje lejano,
un grito de dolor a los que aman,

y entonces, el silencio,
las sílabas calladas.




Manuel M. Barcia

ALBEDRÍO

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Otra vez tu reclamo, la llamada,
ese grito de mando inexcusable
que yo he obedecer, como si un sable
tuviera en mí su guerra declarada.

Pretendes iniciar una cruzada
de luz contra los ciegos, lo palpable
bajo sombras que haga más viable
el destino a la noche tan amada.

Mejor es que pactemos un buen trato,
tu voz en mis palabras, sin contrato,
que apenas sea cauce en este río,

porque así he de ganarte la partida,
jugando a no sé quien entra en mi vida
para ser del soneto, tu albedrío.




(1E-4v. Gracias, Sant)
Manuel M. Barcia

HABÍA DIOSES GAY

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Aunque yo sea hetero
y polo de atracción en la mujer,
no me importa que tú
seas lesbiana.

No existe lo angular
del cuerpo de Afrodita en espirales.

En la cultura helena,
amar era un sentido de propia concepción,
a veces tan anal
como lo inescrutable del placer,

o el acto de admitir penetraciones
por las puertas del sur,

y Eros, polimorfo,

como un dios que transgrede
a su mitad más hembra.



Manuel M. Barcia

EL INSTINTO VIRIL

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No es críptico el mensaje
en esta narración.

Yo visto el uniforme de versar
los adverbios de ti,
el éxtasis fantástico
y el asombro.

En mi pecho desfilan
las sombras de tu efigie
y todos los instantes de absoluto
en que fuimos placer

y el mar de los sargazos, ni siquiera,

acaso la memoria de un tsunami
y la complicidad
de una lengua de fuego entre nosotros,

y allí, tan solo el éter,
el instinto viril
de sangrar el esperma que no es mío,

mi oda a la mujer
desnuda entre las musas del Parnaso,

simbolismo de amor
que tantas melodías
rindieron vasallaje a nuestro canto.




Manuel M. Barcia

NO ESTAMOS SOLOS

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No estamos solos,
yo que vivo en la luna
quiero darte
mi granito de arena.

Estopa.






A veces,
es posible fulgir
la senda de lo oscuro,

tender el pasadizo
que nos lleva a encontrar
nuestro perdido origen
allende las estrellas

y allí el fuego fatuo
con su lengua de luz

y el estiaje.




Manuel M. Barcia

TE NOMBRO DE CARMÍN

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Es tu piel en la magia, el hechizo desnudo.
Te nombro de carmín
y luego existes.

No está entre mis virtudes
el podar
los pétalos de rosa,

ya sea rojo o negro su matiz
prefiero ser adorno en la rutina,
consentir lo salvaje
adentro de su flor,

o acaso tutelar
el principio y el fin
de todos los presagios,
la luz, sus estaciones,

un jardín suntuoso
imitando el placer, sombras de libertad
con solo nuestro ardor y transparencias.

Así aman los dioses
lo que agosta la carne bajo lluvia.




Manuel M. Barcia

PIROMÁNTICA

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Esa mujer de negro...

Ocurres cada miércoles en mí,
la pulsión de los tiempos delirantes,
liturgia sin ceniza,

hologramas de espera,
espejos de avidez
que recitan tu nombre ante mis ojos,

la incombustible
voz
del fuego en tus palabras

y siempre piromántica en el verso.




Manuel M. Barcia

Todo es vida, entretanto.

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Hoy me afeité los restos de la guerra.

Gavrí Akhenazi




Será que hay que morir en algún sitio,
aunque sea a balazos,
aunque el muerto no llegue a comprender
la causa de la guerra.

Hay hombres como tú, capaces de sentir
la incoherencia del mal
mientras vuelan los pájaros de luz
en cielos que no existen.

Todo es vida, entretanto,
incluso el resplandor de los refugios
con la heroica sombra de un fusil,

tu vocación de amigo,
nunca tarde,

postales luminosas que agradezco.



a Gavrí.




Manuel M. Barcia

Sex-oledades

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Igual que un cadáver
cansado de sangrar

alargas la esperanza

como ese corredor de los que esperan
la cita con la muerte
sin luz en la que arder

tan oscura condena

del sexo transitoria
la orfandad

amor en soledades.



Manuel M. Barcia

CLÍMAX

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Azul dentro de sí,
océano
que abisma
mundos en soledad,

las lágrimas perennes del olvido.




Manuel M. Barcia

Llueves, montaraz

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Nombras bajo la lluvia
lo indómito de nuestra libertad.

Qué placentero oír
el rumor de las olas
en la inmovilidad de tu silencio

y el tañer de campanas
riendo sobre ti, tan de repente
alas de ruiseñor
y un adagio en la cima.

Quiero ser en tu patria la hermosura,
un amante leal
y delicado.

Líbrame de lo que paraliza
los instantes de amor,
porque allí poseeré el fulgor de la noche,
ese acorde sencillo
que abraza con las cuerdas de un laúd
la muerte y el desengaño.

Escuchemos allí
el frágil susurrar de los amantes,
su lenguaje en penumbra,
los dos apareamiento de un poema.

Seamos al versar
un beso que agoniza tras lo exhausto,

mientras nos atardece la memoria
tan ciertos e insaciables.




Manuel M. Barcia

MUERTE O VICTORIA

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¿Y por qué no volar el fortín que te apresa?

Rompamos tu eslabón
con la fuerza que dan nuestros quereres

para la libertad

y ser nuestra victoria hacia lo eterno.




Manuel M. Barcia