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jueves, 9 de octubre de 2008

AGUA VIVA

*
Aún extraño los días invisibles
que inventamos una vez.

Mi cuerpo se entrega al grito en silencio
en los abismos de amor devorado
que renace y nunca muere bajo el mar.

En la sepultura que allí no existe,
esta humedad que duerme en otro mundo
envuelve en su luz siluetas viajeras
de amantes en los ecos del misterio.

Y para que me sienta peregrino
como un caminante ardiente en su centro,
se llenan los océanos de fuego
y de sangre sus caudales de origen.

Pero no son palabras
convertidas en el vientre del agua
en débil sonido
que apenas huye
del último goce que fuera mi ser.

No se puede escribir en un poema
la experiencia catartica del alma
cuando es Dios quien te abraza
en la profundidad de la existencia...

Porque no cabe el vacío infinito
que proyecta la imagen del destino
en eternos reflejos de uno mismo.




Manuel Martínez Barcia

2 comentarios:

Ana Muela Sopeña dijo...

No sabe donde termina el yo y comienza el infinito, Manuel. Donde termina el otro y comienza la aventura del conocimiento.

Un poema para reflexionar hondamente.

Un beso volador
Ana

Unknown dijo...

Como en las prediciones del oráculo, las cosas suceden, Ana, quizá previstas por un dios, tal vez porque el destino así las imagina.

Un acertijo envuelto en el misterio que tiene su respuesta en las claves del enigma de las fuerzas invisibles de la luz.


Gracias por tu fotografía del mar donde sonríe el agua viva cuando inicia su aventura.


Un beso de agua y luz.
Manuel