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Llegó a la Gran Plaza de Pegasus
una mujer de pelo recogido
con ojos asombrados
tras mirada serena.
Tenía el orgullo y la paz en su rostro,
como estrella que se ilumina,
como aire que cae de lluvia sin viento,
de quien, sombra, se proclama a sí mismo.
En medio de la nada,
toda mi alma perdida
se propaga en cuna de agua triste,
en el misterio de la sangre seca
y en todas las respuestas del enigma.
Y ahora me pronombro,
porque si creo en ello,
si tú,
si ellos,
si todos lo creen...
El mito de la paz se hará realidad
en aquellos espejos de las hadas
donde los sueños son inencontrables,
Y la magia será el flujo de la luz
en los secretos que encierra el silencio.
Manuel Martínez Barcia
Poema del día: "Bejuco silvestre en invierno", de Geoffrey Hill (Gran
Bretaña, 1932-2016)
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La vieja dicha del viajero aparece,
desnuda,
como una flor de espino
mientras el coche ingresa en la ciudad
entre borrosos pormenores…
Liana silvestre vert...
Hace 6 horas
2 comentarios:
Sí, los espejos de las hadas tienen todas las respuestas, Manuel, y conocen todas las plantas que curan todas las enfermedades físicas y del alma.
Me gusta este original poema que graba a fuego un momento de la travesía...
Enhorabuena
Un beso fuego
Ana
Gracias por estos instantes, Ana, y por todos los instantes que han llenado mi alma de ti.
Un abrazo
Manuel
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