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jueves, 16 de octubre de 2008

DIÁLOGOS - Mi álter ego y yo

*
Privilegiado eres,
por tenerme sin tiempo ni relojes
en días consagrados a la risa.

Ana Muela Sopeña





Encerrado en mi cueva,
sin luz, sin exigencias o desdichas,
oyendo el latido del silencio
en la soledad que todo armoniza,

Nada queda ya de mí.

¿Cómo ser atemporal
curvado en el recuerdo?

Porque surco los espacios abiertos
donde el tiempo se convierte en inmortal,
lejos, hacia dentro, quizá en abstracto,
sin pulso ni movimiento,

Como un sueño que se sueña a sí mismo
en los instantes de una esfera hueca
que se anuda a su abismo insondable.

Sin embargo existe un territorio
de rabiosa raíz desesperada
que añora la vida,

Que vive todavía
aunque deje de ser y de latir
la razón que converge en su destino,

En su nada de vértigo desnudo
que habita al infinito en su tangente
serán siempre románticos los sueños

Y en su vientre,
sólo sombras que sonríen.




Manuel Martínez Barcia

2 comentarios:

Ana Muela Sopeña dijo...

Nada es nada.
Todo es todo.

Ni la nada ni el todo son el universo con raíces. Posiblemente las raíces están en alguna parte intermedia: de luz y de sombra, lo vacío y lo lleno se interpenetran.

Tu poema me hace pensar...

Y sólo puedo decirte:

La mano escribe sobre una mano que escribe y así el destino se va trazando.

Todo está escrito en tus manos y al mismo tiempo tus manos trazan sus propias líneas...

Un abrazo de ave-luz
Ana

Unknown dijo...

Gracias, meiga, por todo.

Un abrazo del alma
Manuel