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martes, 23 de diciembre de 2008

EL ÚLTIMO AULLIDO DE UN LICÁNTROPO

*
Bajo el manto de sueños ignorados
el alma muta en niebla
y toma apariencia de fluido
que huye de su propio laberinto
con artes y conjuros de hechicera.

La magia negra enreda la agonía
en largos despertares sin conciencia
que en caos de sinrazones me sepulta.

Bastaría tu aliento henchido de ventura
para alejar la noche que me asfixia.
Bastaría, del caudal de tu origen,
la humedad en jauría luminosa.

Pero no hay lugar para la lluvia,
oasis embrujados burlan a la sed.

Tañidos de campanas ocupan el espacio
donde el azul de un cielo calcinado
en fuegos extinguidos ya no cabe.

En los ojos del viento, calla el agua salvaje.
Ya no habrá más aullidos en la bruma,
ni daños en la herida del licántropo
que rompe los silencios de furia prisionera.

Yazgo junto al abismo y su mirada,
colores transparentes me traspasan;
y no soy, no existo, sólo recuerdo
por qué desesperadamente te amé.




Manuel M. Barcia

3 comentarios:

Ana Muela Sopeña dijo...

Sentimientos que siguen en el licántropo y en la dama. Pero...¿qué solución existe en el mundo real?

Tu poema es muy bello y triste, Manuel.

Un abrazo
Ana

Ana Muela Sopeña dijo...

El licántropo y la dama van encontrando un camino. Un camino de sueño y poesía.

Ya sabes que me encanta tu licantropía, enredada entre la bruma.

Un beso de dama
Ana

Unknown dijo...

¿Quién no ha despertado alguna vez en el vacío inmaterial de los ecos del aullido de un licántropo?...

La poesía borra toda huella de la bruma y siempre reconstruye el equilibrio perdido en la unidad de los sueños.


Un beso de licántropo menos feroz
Manuel