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viernes, 12 de diciembre de 2008

LÁGRIMAS DE SAL ENFEBRECIDA

*
El mundo aún permanece. Y existimos.
Miradme ahora mortal; sólo culpable.

Francisco Brines.




Lluviosa es la esperanza que concedes
A través de poéticas plegarias
Bañadas en promesas de diluvio.
Escribes en poemas sanadores
Renglones de senderos invisibles
Ideados por los mayas en Tzolkin.
Nobleza y corazón en tus palabras
Trapasan en los límites sin tiempo
Oníricos instantes de sombra-luz.


Donde anidan los pájaros mojados
Extiendes alas de manos abiertas.

Liberas de las sombras venideras
Las luces de la lluvia en nubes blancas
Untando en su dulzura, sal y llanto.
Visionas la humedad de un laberinto
Imitando el grito seco de la sed,
Adornándolo con tu alma de mujer.





Manuel M. Barcia




2 comentarios:

Ana Muela Sopeña dijo...

La belleza de tu palabra me subyuga. No lo puedo evitar. Este poema tan tuyo, tan mío, tan nuestro me conmueve. Ojalá todo fuera tan sencillo como un bello acróstico.

Manuel, me gusta mucho cómo escribes. No dejes nunca de escribir. Debes escribir siempre.

Enhorabuena
Un beso de sal enfebrecida
Ana

Anónimo dijo...

El laberinto del alma.
Esto de leerte se está convirtiendo en un vicio, y eso que detesto la palabrita...
Beso dulce, lo prefiero ;)