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Cuando habla la noche
la memoria alimenta tu encanto y lo sostiene
con el júbilo del tiempo que husmea en el amor,
con música que gime sin significado.
Y te acerca distante con ecos de misterio,
tras la sombra de los días que naufragan en su voz
y en la inútil soledad de su gloria desnuda.
El silencio custodia los espacios de quietud.
El tiempo es tiempo puro,
leve hueco invisible
que se mece en su calma.
¿Acaso lo intangible está presente?
No quiero ser cadencia en su materia,
pero tampoco un puño que se alza
golpeando lo abstracto.
Quiero ser luz que enciende la existencia,
cuerpo, calor, imagen, movimiento.
Tan sólo ser frontera de puertas inviolables
en la paz que defiendo sin murallas.
Quiero ocupar la nada,
salvarme en su derrota,
sentir sobre mi piel sombras que esperan
dormir sus tatuajes en los sueños,
soñar cuando yo duermo,
retratar las quimeras.
Manuel M. Barcia
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Hace 13 horas
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