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Un sonido me acosa en el silencio
ausente y sin materia todavía.
Murmura en su lenguaje
palabras enredadas en las sombras
que transportan los sueños
buscando su inequívoco retorno.
Rumor que no es pregunta,
susurros en su música obcecados
en un cántico invisible y solitario
tamizandose ante mí.
La vida se hace ahora confidencia,
más íntima y cercana. Emisarios
de la luz que me envuelve en su pureza.
Oigo su silbo veloz. Que me habla,
inmigrante en su grito, impasible
su mirada. La escucho.
Es tan sólo la voz de mi conciencia.
Manuel M. Barcia
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Hace 13 horas
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