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Como sueños despiertos con los brazos atados, las mujeres objeto de deseo, degradan la rutina con fórmulas de anhelo, mientras gritos fingidos desembocan las fúnebres pasiones que mueren tras los ojos del sexo que da vida al éxtasis sepultando a la noche en su ceguera.
Él ardía en su vacío,
en fuego transparente del exilio
tal como había amado
Ella, fría soledad de la ausencia
que en paisajes desiertos dibuja la tristeza
más allá del silencio
Y de nuevo esa quietud con luz roja
detiene en el prostíbulo al infierno
que vuelve del abismo hasta su encuentro
mientras alguien desnuda
las pasiones vertidas sobre el fango.
Manuel M. Barcia
La sobriedad intelectual
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Es un segundo de inocencia
Descubriendo la intelectualidad
Del grillo que canta por las noches
Noches de luna ll...
Hace 6 horas
2 comentarios:
Manurel, he leido tu poema y m4e ha dejado entristecidda, peribo nostalgia
Un abrazo, Stella
Lamento haber sido el detonante de tu paso por tristeza, Carmen.
No hay nostalgia en estos versos, pero sí malestar y pesadumbre en mi ánimo, por el sórdido mundo esclavizado en que se mueven aquellas víctimas de la prostitución en manos de sus proxenetas.
Gracias por tus palabras.
Un beso
Manuel
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