*Declinas el amor en subjuntivo,
como un tiempo imperfecto
escogido al azar en los pregones
que anuncian los festejos de la sombra
Y sin embargo,
fuiste tú quien inventó
los días contrafácticos del sueño,
como algo posesivo de esclava servidumbre
en todo lo que es juego entre tus manos
No hay restos de lo amado, ni azahar en las ventanas,
cuando el último tren de mi memoria
circula sin raíles ni vagones
bajo el cielo sombrío
que es único testigo de tu ausencia
Sigue la misma luna,
la que queda después del espejismo,
el espectro suspendido de la luz
que oculta en los enigmas de la noche
el rumbo de nosotros
Y queda la inocencia de algún astro
con rostro moribundo
mirando ese silencio de la tierra
que es árido desierto sin atajos,
mutante abecedario de imposibles
en los andenes del mar.
Manuel M. Barcia