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domingo, 19 de julio de 2009

LA SED DEL VERSO

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Como voces que regresan de la nada, pasan los sonidos transitando la calma, con acordes de sílabas desnudas en transparencias de paz.

Entonces llueven las ofrendas.
Y una gota sin destino ni ataduras difumina la niebla, y se hace líquido el silencio, hasta tornarse brote misterioso de notas suspendidas en el tiempo que atrapa los sentidos, rozando mis adentros, dejando su instrumento de quietud entre mis manos.

Esta música que simula ser enigma, que nunca es final sino pretexto, expresa las palabras a través de un nuevo espacio, sin huellas del olvido en su memoria, como el resplandor exacto de los sueños, como el aire que al fluir disipa al miedo.

Y algo eterno se escucha tañendo a la deriva en los cielos, como un pentagrama de luz en interminable suspenso...

Cuando el agua es materia del poema, henchida la lluvia en sus estrofas por la sed irresistible del verso.




Manuel M Barcia

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