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Esta tarde caída,
mezclándose en la luz que nos resume,
respira el aroma del recuerdo
a golpes de nostalgia,
como un coro de voces
que se extiende a mi lado
rehuyendo la memoria.
Intento resumir nuestra experiencia
con música encendida en tu imagen,
que tiene al silencio
con alma de mujer en su respuesta.
Si están tristes los sueños
es tan sólo mi culpa.
Tener lo que queremos
nos conviete en seres hibernados,
no existe ya el anhelo ni esa angustia
que persiste en el rítmico deseo
de saber que nos toca
en los ojos cerrados de la noche,
porque es la dimensión de lo que somos,
y su esclavitud también.
Cuando acabe este día
recibirás este e-mail,
será como un relato de la calma
que arde en el amor sin compañía,
siluetas espirales en tu sombra.
Manuel M. Barcia
Lazos de sangre
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En las palpitaciones de la sangre hay ecos invisibles
de antepasados cuyo nombre fue herencia añeja,
el color de la tez, la familiaridad de los iris...
Hace 3 horas
2 comentarios:
Cuando el corazón y el alma hablan la poesía se convierte en un río.
Un placer leer este poema tan profundo, Manuel.
Un besito de meiga
Ana
Un beso.com, meiga.
Gracias.
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