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No existe libertad
ni eslabón que desate la cadena
si el esclavo no grita,
reclama el porvenir como un deber,
es dueño de su vida.
Sólo es libre aquello que vincula
al arbitrio de sí,
ética-mente
y noble sin excusa.
El sol
cae como nublado sobre lo que me indigna,
mi pulso es pesadumbre,
los sueños no son sueños cuando acaban,
y entonces resucita el pensamiento,
hay nudos enraizados de memoria,
firmes, indestructibles,
sin nadie a quien atar
y muy atados.
Manuel M. Barcia
Saboreando el latido de tu cuerpo
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La nobleza de tu silencio
Es un verso imaginario
Al cielo
Pomposa manera de pronunciar
Tu nombre
En el instante fecundo de la poesía
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Hace 15 minutos
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