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Podemos ser la lluvia del dolor,
sembrar nuevos desiertos,
arenales de llanto.
Podemos ignorar
los frágiles peldaños de la noche,
incendiar a los sueños.
Podemos ser caricia,
barlovento del sur,
memoria de leyenda con héroes reales.
Somos vida en los dos,
universo sin nombre,
latir del corazón que nos pronombra.
Tus genes en mi sangre
y el crepúsculo azul
trepando sobre el mar atardeceres,
islas entre mis ojos
y el faro que vislumbra
los círculos de sed,
nostalgias arbolando las mareas.
Manuel M. Barcia
Junio de 1982
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Antes de despedirnos anoté en un papel
tu número de teléfono.
Al día siguiente me decidí a llamarte.
Al otro lado del aparato,
una voz preguntó:...
Hace 3 horas
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