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Declinas el placer, interrogante,
mientras el verso a ciegas se encamina.
Los renglones de ti
y páginas de sombra y soledad,
el libro del amor inexistente.
Qué lejos esta luz que nos contempla.
Qué presente la noche,
las antiguas palabras, los sueños transitorios,
el final del poema.
Manuel M. Barcia
Autoconocimiento
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Buceé
una y otra vez
ante el espejo
para nunca llegar
al fondo
de mí.
Hace 50 minutos
5 comentarios:
Pero siempre hay una luz,..aunque sea al final del poema.
Hermoso y melancólico.
Un abrazo.
Qué hermoso y equilibrado poema. Un verdadero regalo.
Salud
Me gusta.Mavi
Extraordinario, Manuel.
Un beso
Ana
Gracias, Perfecto, Julio, Mavi y Ana por vuestros solidarios comentarios.
Un abrazo
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