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Aún resuena tu voz
la música extinguida del placer
lo inaudible del llanto.
Cabía entre mi pecho y tú
todo el fuego que arde las ofrendas
del amor sin juicio.
Rompe el aire la fiebre
y no hay resurrección,
tan sólo piel...
El labio inundará nuestro destino,
porque la lluvia cae
y juega a ser relieve de tu sombra,
mojando con su burla este desierto.
Cautiva de tu cuerpo es mi espera,
la pulsión de la noche,
espina que desclava
mientras llora
... y en nadie cicatriza.
Manuel M. Barcia
La sobriedad intelectual
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La sobriedad espiritual
Es un segundo de inocencia
Descubriendo la intelectualidad
Del grillo que canta por las noches
Noches de luna ll...
Hace 3 horas
1 comentario:
!Cielos, que bonito y cuanta poesía!
Te estimo mucho Manuel
(seas quien seas)
Mavi
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