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A veces me pregunto si me ves.
Si tus ojos me guían y el deseo persiste
febril, ajeno a todo,
sin otra luz que nuestro amor a oscuras,
llanto en la enfermedad,
la pérdida palpable sin tenernos.
No hay pétalos que huelan ya en la rosa,
sin embargo, aún existes.
Pareces planearme
sangrando con tu voz mi pensamiento,
urdir de nuevo el aire con vientos de traición,
mientras arden en mí
los nudos de tu lengua
y su significado.
No importa si no estás;
es tiempo del entierro del rumor.
La verdad cristalina
con nuevas escrituras voy sembrando.
En los versos de ausentes,
serás olvido apenas,
mientras grita el poema
su propia identidad en lo perdido
el jirón de la piel
las sílabas suicidas.
Y cuando el tiempo calla,
sólo resta vivir sin la palabra,
cifrar en el silencio
a quien desaparece.
Porque sentir amor lo suma todo,
inmensa su quietud.
No hay nadie en esa nada.
Manuel M. Barcia
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