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Ya no estás en el ojo del Nirvana,
sin embargo, la noche,
ramifica tu luz,
despereza la erótica del sueño
sin desnudarme apenas,
deshaciendo el calor que habita la memoria,
tu piel y nuestro tacto,
la imagen del deseo en mi retina.
La sed de tus pulsiones me acaricia
como un escalofrío implacable
que al rozarme te ahuyenta.
No es dócil el abrazo del olvido,
pero sé que viniste.
Manuel M. Barcia
La sobriedad intelectual
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La sobriedad espiritual
Es un segundo de inocencia
Descubriendo la intelectualidad
Del grillo que canta por las noches
Noches de luna ll...
Hace 3 horas
2 comentarios:
Felices Fiestas Manuel!!!!!!!
También yo te deseo lo mejor, Leticia.
Felices Fiestas.
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