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Las luces desperezan al poema
y se alza el verso.
Una hilera de ayeres
desfila por el árido desierto
su próximo fulgor.
Yo sé que tras la sombra de las velas
la mente se ilumina,
los sueños atraviesan lo prohibido
y arden lo que siento.
Qué fácil escribir los esplendores
cuando brotan del fuego
las sílabas que crean las palabras
como lunas crecientes.
Los huéspedes de cera
atraviesan la noche
y juntos clarifican los rincones ignotos
que yo cerré a sabiendas
con páginas de olvido para siempre.
Y dentro de mí mismo
pueblo de soledad lo que no existe.
Manuel M. Barcia
La sobriedad intelectual
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La sobriedad espiritual
Es un segundo de inocencia
Descubriendo la intelectualidad
Del grillo que canta por las noches
Noches de luna ll...
Hace 9 horas
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