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Yace la ilusión sobre ardientes reflejos
y tú, en su raíz.
Hay genes de memoria que fecundan la luz,
incapaces de olvido,
sentir de corazones, latiendo todavía
los sueños que atestigüan resplandor.
Y éramos semilla de nuestra floración,
en sutiles oasis
de lluvia que manaba en el desierto,
todo feracidad.
Y el verdor de los prados en tu vientre,
lo fértil que ha sido,
eterna su planicie virginal
cuando arábamos vida
y amor puro,
casi.
Manuel M. Barcia
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