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Mantengo en cuarentena
mi amor por Blancanieves
y a todos los enanos,
excepto al gruñón,
por su eterno reproche,
porque le dan lo mismo las mujeres
los príncipes y espejos
y la eterna obsesión de alguna canciller, (quizá fuese la bruja)
saber si la más bella
se ha teñido de rubio
o es esa morena del peine envenenado
que dio a un pretendiente
corazón a destiempo. Y para su extravío
también una manzana
y zapatos de hierro
que luego fue cristal
recalentado.
Ya sé que mi versión
no corresponde al cuento (fielmente).
En ciertas ocasiones
disfrazan a los niños de dóciles enanos
y los juntan de a siete,
un coro entre paréntesis cantando
diálogos de falsa realidad
azotada por esbirros del silencio.
Tan sólo aquel gruñón
es un rojo desorden,
el grito de un esclavo que no acepta
la cruel tiranía
de un reino rebosante de plebeyos
que roban y proclaman
con fábulas de nieve sus mentiras
... o una prima de riesgo?
Manuel M. Barcia
3 comentarios:
No está solo el enano gruñón,pero es que somos tan pocos y tan ínfimos que la bruja y sus compinches se ríen a mandíbula batiente...
Un beso.
!!Hola manuel!!
Me ha gustado tu forma de ver la q nos esta cayendo.Lindo gruñon, a pesar de ese entrecejo malhumorado.
Besos manuel
Muy interesante me parece el tema y tu realización. Un placer pasar y visitarte siempre, gozar con tu mirada aguda de la vida, el amor, y la muerte. Un abrazo grande Manuel.
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