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Me llamo barro aunque Miguel me llame.
Barro es mi profesión y mi destino
que mancha con su lengua cuanto lame.
Miguel Hernández.
Fuimos en el ardor de tu mirada
el señuelo que avista tras la lumbre
las lágrimas del acto en pesadumbre
fingiéndote pasión y enamorada.
Minamos los furores de tu hollada
haciendo entre nosotros la costumbre
donde aprendió a mostrarse por techumbre
la ruta de un destino sin morada.
Y sola tú, amante sin pareja,
diluvio en una fuente de suspiros,
con la vida sepulta bajo nieve.
No había en el amor ninguna queja,
ni estrechuras de paso en los retiros,
tan sólo mi canción, un himno breve.
Manuel M. Barcia
6 comentarios:
Genial tu blog.
Te voy tomar prestado alguna cosilla...
Saludos y besos
Un himno de aceptación y dolor.
Muy bueno!!!
Cariños...
Coincido con Oriana
Un abrazo
Gracias por venir, deMENTE.
Toma lo que quieras, pero no olvides citar el rigen de las palabras.
Un abrazo.
Oriana,
Sí, como una aria inacabada...
Gracias por tu caricia.
Un abrazo
Lapislazuli
Pues doble honra para mí vuestras palabras.
Me alegra que te guste el poema.
Un abrazo
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