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Dicen las otras lenguas
que nunca satisfacen las palabras
lo promiscuo en la sed,
ni siquiera con ébano en cristal,
si de África hablamos,
o de anchuras del Nilo
hasta desembocar
azul mediterráneo, si antes cupiese
el todo de mi lluvia
en fértiles desiertos anegados.
Pero yo no proveo de bóvedas celestes
a diosas sin maná,
solamente soy luz en lo invisible
capaz de redimir a los hambrientos
con aires de armonía,
y un abrazo que finge sanación,
aunque sea tan sólo
metáfora de sombra
conmigo a contraluz en tu silueta.
Porque ya eras océano y feliz,
antes de que yo fuera
trasvase del silencio
en la voz de tu intrépida aventura.
Manuel M. Barcia
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