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Escucho en las entrañas del silencio
el rítmico vaivén que te sepulta
bajo sueños de luz iridiscente.
Y no te siento apenas.
La acústica de ti
es una melodía sin retorno,
la herida de lo estéril
en el surco de nadie.
Y oigo un gemir de inexistencia,
acaso un rumor a la intemperie,
mientras sobre tu sombra
cicatriza el olvido.
Manuel M. Barcia
Con las manos sembradas en la espalda
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La celda es un paraíso de sal
donde la muerte amamanta hongos de silencio.
La oscuridad pare gemelos ciegos
y una utopía llora dientes de cristal.
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Hace 4 horas
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