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Si es posible que nazca un poema
dónde sólo hay dolor,
o miles de cadáveres grotescos
sobre la rigidez de su no-muerte...
¿Por qué los ataúdes de la guerra
escriben con anónimo epitafio
el tiempo que sin luz siempre amanece?
No hay gloria en el silencio de ultratumba;
los páramos del sueño atestiguan
otoños de mudez,
medallas de un metal interrogante
impuestas por capricho,
memoria de un final sin juventud,
la voz del exterminio en la palabra.
Los versos que jamás fueron escritos,
a pesar de los himnos y exequias
que hundieron con honores bajo tierra
a un poeta tangible.
Manuel M. Barcia
La mirada del poema
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Aún se percibe la llama juvenil que acecha el día,
y eres el pájaro del sueño, la fe del iluso que hace
añicos lo real con el fusil de la palabra, e...
Hace 13 horas
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