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domingo, 26 de octubre de 2008

VIENTO DE LOS QUE HAN AMADO MUCHO

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Estoy ante el misterio y sus murallas hinchando el camposanto de memoria. Tan lejos del rincón amado, fuera del último reflejo germinado que miro rodar bajo el ceño duro de una eterna corriente de lágrimas sedientas de descanso.

No te pueblo, soy hijo del destierro y la ausencia de bandera. Un crimen por el que pagan los desheredados vagando entre los deshechos del tiempo, condenados a la muerte sin morir en el tiempo de la contemplación. Cuando ayer era mañana, y los signos del agua daban giros mezclándose en las horas que no existen, cuando sin verlo, el credo era visible... nacía de ti como moría en ti.

Ahora, solo, te creo. En mis ojos se perfilan las orillas de las sombras. Un panorama lento que busca tu relieve, los paisajes desnudos que respiran el aire fresco de tus latidos verdes que hoy alimentan mi melancolía. Y creo ver tu imagen fascinante en el reflejo de todos los secretos.
Pero no existes, eres la materia en la transparencia del silencio y el origen del sueño.

En tu universo vacío, se me ha llenado el alma de ti, de mar, de luz, de savia de la vida. De la soledad de tu compañía, en la matriz de la naturaleza que nutre mi raíz en tu energía.

Y en la ciega luz que siempre te anuncia, sellas las heridas de mi etnia fugitiva con un reflejo inabarcable en el cénit traslúcido del viento.






Manuel Martínez Barcia

2 comentarios:

Unknown dijo...

Bellísima prosa poética, Manuel.

Con un lenguaje excelente llevas de la mano al lector por territorios no cartografiados en donde naturaleza y emoción se tocan, se interpenetran.

Fascinantes letras.

Enhorabuena
Un beso de sueño
Ana

Unknown dijo...

Cuando la naturaleza y la emoción se interpenetran...

Los espejos se confunden en reflejos propios de los sueños, y alguien habla de sí con palabras de otra voz que me conmueve.

Y en este laberinto de sombras y luces que enturbian la razón...

Me encanta ser tu alma gemela, pero...

Tú, Ana, yo, Manuel. jaja



Gracias, meiga, y otro beso de sueño al trasluz.

Manuel