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Agoniza el tiempo exacto en su sudor,
y en la inmóvil ceguera del silencio
duerme el sueño en su ideal.
Gastada la energía
sólo queda el porvenir.
Y en su naturalismo
el fantástico encanto
de aceptar los instantes
con rumbos hipnóticos
en su ávido fluir,
Hacia caóticas generaciones
de avaros pródigos y viceversa,
Que son en su reflejo
una misma realidad,
jugando con la muerte
que anida en las ruinas.
Manuel M. Barcia
Mi vejez y el paseo marítimo
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Caminaba por el paseo junto al mar
sin pararme nunca a contemplarlo.
Tampoco me detenía a ver
el resplandor del sol
en las vidrieras del puerto....
Hace 41 minutos
2 comentarios:
Bello aunque muy triste poema, Manuel.
Un beso
Ana
Sí, el juego al límite siempre desemboca en los umbrales de tristeza, Ana.
Un beso
Manuel
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