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Los ojos invisibles de Da Vinci
miraron tras la umbría de la noche
las señales del código secreto
que existen más allá de los enigmas.
Los signos del misterio
duermen, sueñan, se esconden
en música callada,
melódicos instantes
de claves orquestales
en alas del silencio.
Manuel M. Barcia
Visita a una ciudad de Bélgica
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Yo la quería dócil, vestida de bruma,
pero no, el verano puso en las fachadas un barniz de luz,
ausente el color mate en la húmeda piel de los edif...
Hace 11 horas
2 comentarios:
Fantástico poema, Manuel.
Me encanta lo sugerente que es.
Un beso grande de meiga que te sueña.
Ana
Tu opinión es importanta pra mí, meiga.
Gracias por tus palabras.
Un beso
Manuel
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