Remuevo los umbrales de la historia
hurgando las raíces del pasado
que el tiempo separó de sus iguales
en época de vísperas del sueño
Tal vez fuese la infancia de mi vida
el timbre de la voz en mis adentros
que trajo poesía en la marea
del sur de sensaciones que he vivido
Yo sólo era un niño,
semejante a los otros que jugaban
en la piel del océano hibernado,
recreando la inmensa superficie
del agua encrespada, que remansa
sus niveles de altura en arenales,
pareciendo morir continuamente
en el lodo de sus acantilados
Desnudo y con los pies en sus perfiles,
sentía el origen de la lluvia
descalza entre las huellas primitivas
del náufrago que habita su memoria
Y también el abrazo
del viento desplomado hasta la tierra
con cómplices silencios estrellados
del cielo en su materia
Aquellas marejadas infinitas
traían el misterio custodiado
por voces de sirena
que entonaban los pájaros marinos
con plumas de gaviotas peregrinas
Y en su pico ermitaño,
llevaban el recuerdo del otoño
con hojas de laurel en la mirada
Quizá fue todo un sueño,
acaso no nací en la frontera
del día y la noche,
o rompían las olas
con furia en los cristales del olvido.
Manuel M. Barcia