Con la mente marchita,
el humo sin tabaco como huésped del aire,
y un duende que germina entre mis huesos
la cólera del viento,
un brujo no invitado al aquelarre,
con cánticos de orgía y rituales
y algo alucinógeno en su hechizo,
me hilvana de alquitrán y nicotina
Detrás de un semáforo, al acecho,
dos enormes carteles
previenen de los daños al esperma
y de ciertos rumores
sobre la infertilidad
Y ese macho cabrío
que escribe los satánicos mensajes
en cartón de Chesterfield,
quebranta mi moral ya sin defensas
Fantasmas de cilindros no quemados
perjudican gravemente mi salud
Hoy tengo el corazón de un higo paso,
los pulmones vacíos,
la música del coche escandalosa
...y unas ganas infinitas de fumar.
Manuel M. Barcia
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