Deja de pedirme perdón, no hay nada que perdonar. Si yo te hice... yo te llené de pasiones, de limitaciones, de placeres, de sentimientos, de necesidades, de incoherencias... de libre albedrío.
Baruch de Spinoza
No me pidas perdón.
No hay signos de los dioses ni escrituras
que puedan absolver
a un vientre tan sumido en el pecado.
Busca dentro de ti,
allí encontrarás el paraíso,
un ángel del Edén que te bendiga,
el milagro de ser lluvia en el fuego,
el rezo que comulga los placeres
del clímax que te inunda,
mientras yo soy plegaria en tu destino,
murga, credo, cipreste de abadía,
Averno si es preciso en tu lumbre,
o el ardor aún más hondo
cuando seas mujer en mis cenizas.
Manuel M. Barcia
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