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Cuando el grito en la selva
proclama libertad
es preciso tener muy mala leche.
Será que yo no soy un hijoputa,
o acaso las serpientes
han mudado la piel
y filtran su veneno en mis entrañas.
No hay látigos en mí
que flagelen corruptos miserables,
sin embargo
el rencor,
por signo de mi propia identidad
en esta esclavitud que me guerrea,
en mi puño avatares de galaxias,
irreverente ardor
y garra en desnudez de mi silencio,
para escribir
las fábulas de otros
con instinto animal,
leyendas de país que tiene hambre
y vida en desempleo.
Las urnas beberán esta sed de venganza,
allí la rebelión
y la ira del solo,
esa luz de zozobra
que tan inútil ancla la orilla del ocaso
si el tiempo de relojes justicieros
en nada se detiene.
Manuel M. Barcia
4 comentarios:
Yo creo que debiéramos vengarnos sí,pero lo peor de lo de las urnas,es ese bipartidismo reinante en el que todo es homogéneo...
Habrá que inventar algo.
Besos.
Te veo jodidamente despierto, Manuel, de alguna forma, sangrando.
Beso.
Un aire huracanado que los gire en molinos de viento, y un dios que de políticos corruptos para siempre nos salve, o acaso un voto verde, por si existieran en las urnas chisteras con conejos y algún duende...
Si es por inventar, la vida es un invento de pasión irrefrenafle, Marinel.
Un beso vengativo.
... es que me picó la mantis religiosa en los adentros...
Beso, Mor.
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