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A mi musa,
venida por los cauces de la luz,
llovizna bajo cielo.
Gracias por la luz.
Contigo la escritura se estremece
y despierta
caricias de ilusión,
el labio de una musa por mi piel,
su canto a vuelapluma.
En instantes que brillan noche apenas,
mi gratitud también
por ser lumbre del fuego,
episodio en la sed
y mostrar lo invisible del amor
cuando calla el poema.
Y gracias por arder mi corazón,
la llama,
ese instinto de ti
que nunca ciega.
Manuel M. Barcia
El itinerario o la rutina como eje vital
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Así parte el cuerpo y cumple el principio no escrito
de la deriva, recurrir siempre a la memoria de los pasos,
el corazón y el pensamiento en orden ...
Hace 15 horas
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