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Balanceas la duda,
queriendo interpretar lo indescifrable.
Para qué la cadena de falsas intenciones,
la traición en el pacto,
la noche malherida después de alzar el sueño.
Nunca quise saber tu despedida,
cual era el paradero de los tiempos amantes
respirando lo innoble que trae la mezquindad
cuando el viento atraviesa la sed de los temblores.
Tampoco adivinar qué luces amanecen
tras los desasosiegos,
entre mi placidez y tu inútil soberbia.
La edad de los metales ya es historia.
Y el rugido de ávidos leones
que rastrean el mar en busca de sirenas,
el placer de su carne.
No era espina la sangre de la rosa,
tan sólo unas raíces en tu flor
con la huella punzante,
cicatrices de mí extrañamente idas,
el pétalo que vuela.
Manuel M. Barcia
Poema del día: "16 de abril de 2006", de Nigar Nadir (Kurdistán, 1980)
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Dentro de otros cien años,
¿en qué parte del mundo
caerá el polvo sobre nuestras tumbas, querido?
Abre tus brazos para que
pueda olvidar la muerte otra vez...
Hace 3 horas
2 comentarios:
Sin duda... punzante.
Por qué será que duele tanto?
Besos
Será porque no hay decálogos de luz que la silencien...
Un beso
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