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Palabras ante mí,
el pergamino verde que te anuncia,
los sueños como calles surcadas por la voz...
Y tú, la musa,
el renacer del claustro de mi sangre,
febrilmente alentada
con sílabas que fraguan el silencio.
Precipicios de luz te desvanecen,
el rastro humedecido por llovizna.
Tan sólo pretendías constelarme,
éter sin voluntad,
la tangente que siembra
quietud en mi albedrío,
corazón de poeta en el asfalto.
Manuel M. Barcia
El viento
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De niño, al doblar aquella esquina,
tan próxima al mar, un golpe de viento
me enviaba en dirección contraria.
Así una vez tras otra.
Era un pres...
Hace 2 horas
2 comentarios:
Para un poema tan elevado,
no hace honor la sencillez
y fragilidad de esa flor...?
Parece desamparada,
empeñada en crecer sin futuro.
Mavi
En un paisaje falso puede crecer un sol con jardines de futuro.
Gracias por venir, Mavi.
Un beso
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