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Alzando vida entera de tu lecho,
la fiebre recostada en la quietud,
para que nuestra piel
busque allí la caricia del fuego,
ardiéndonos con luz inusitada.
Tú liberas pasión
entre mis secreciones,
que fluyen todavía
las huellas del incendio en la matriz.
¿Cómo ignorar tu ausencia?
Mi mente precipita hacia el vacío
tu recuerdo apenas,
la lluvia y su elixir
con gotas de un amor desmemoriado
y el temor de alejarse de tu sombra,
estéril bajo el sol,
íntima en los fulgores de la entrega.
Manuel M. Barcia
Ya no habrá labios para el silencio
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Ya no habrá rostro en la mirada,
ni tacto en lo imaginado.
Solo el eco de un día
que germinó sin causa,
un aprender a amar
en la geometr...
Hace 5 horas
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