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Vendrán a mi ventana mensajeros del sol.
Mundos inexplorados
hasta ser viento en mí,
frontera en la señal de tan largo viaje.
No habrá cartografía de impostura,
sino su resplandor,
transmitiendo los nuevos horizontes
que yo he de expandir:
Asteroides con sueños legendarios
capaces de volar
el latido de dios en la memoria,
del cosmos al sustento de mis alas.
Allí seré testigo de la luz,
como un ave que puede remontar
abismos de silencio,
rodeado de ángeles altivos,
tal vez algo de gloria,
o un milagro
para escribir los versos
sin canes del averno que me ladren
en cada inspiración,
sepultando mi fin predestinado.
Manuel M. Barcia
Al lado del edificio de mi silencio
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Al lado del edificio de mi silencio
Habita un mundo
Que no existe.
Todas las noches
Evocan con sabiduría
La oración del olvido.
Y ...
Hace 2 horas
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