Amo tu mirada,
porque sabe adivinar
enigmas de preguntas sin respuesta,
porque es tan solitaria como yo,
y me contempla
a través de tus ojos silenciados,
en pie de paz,
como si fuera el alma
que asoma por los ojos de una geisha
la llama del amor.
Y amo la dulzura de tus besos,
y el celo de la lluvia
cuando el agua se extiende
al abrigo de tu boca,
latiendo entre los labios
metáforas de mí con humedales.
Sin embargo desprecio
la luz de los ingratos espejismos
que me trae la memoria
murmurando detrás del pensamiento,
las voces que recelan con sospecha
que hubieses existido,
y el roce de mi cuerpo en tu vacío.
Manuel M. Barcia
2 comentarios:
Hermoso e impactante poema, Manuel.
Un abrazo enorme
Ana
Hace frío hoy, meiga.
Es cálida tu voz y tu presencia en estos versos.
Gracias por tu abrigo.
Un beso
Manuel
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