Quiero hablarte del llanto de la mar,
del frío que navega sumergido
ardiendo en los abismos de su sangre
De cada sentimiento que se esconde
en el flujo infinito
que brota del azul en sucesiones
teniendo como espejo al firmamento
y el alma de Caronte en los atajos
que llevan a la muerte hasta la orilla
Aunque a veces es gris, cubierta de espesura
si es profundo el rumor de la monotonía
y el plomo se cobija en sus adentros
Acaso en las sales malheridas
todavía son fuego las cenizas
de aquellos afluentes que al río contaminan,
o aún escuece el dolor
de las ácidas lluvias
que clavan alfileres oxidados
desde un cielo forjado en los metales
Pero siempre amanece jugando con la arena,
y las nubes sostienen la inminencia de sed
que pronto será limo de sus labios
y fruto en su vientre sin saberlo
Porque es fértil la arcilla en sus inundaciones,
la tierra su alimento,
y un glaciar la fecunda
con esperma de nieve
cuando es novia del hielo
y un iceberg encelado la penetra.
Manuel M. Barcia