Ya casi no recuerdo
aquella conjunción que nos llevaba
a ser complementarios
hasta donde la muerte se destapa
y nos unge con flores y olvido
Aún hay noches que pienso
en aquellos temblores, y tan incontenible
deseo de placer
que acaso nos llevaba a la locura
Nos gustaba hablar
bajo la luna
y yacer con el cuerpo sudoroso
en la hierba mojada,
mirarnos a los ojos,
reflejarnos exactos
para sentir el pulso de las horas amadas
Olíamos la noche,
su silencio inmutable, y todos los rincones
con lluvia y madreselva
Todo era soledad,
pero cabía
el delirio que habita
la ilusión compartida en un mundo de sueños
tan profundo y febril, que enamoraba
Y ahora la nostalgia
me mira con la pena de tu rostro,
sin sabor en tus labios,
con esa bienvenida vacilante
que dan las soledades al abrigo
cuando vuelve la nada.
Manuel M. Barcia
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