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Siembro con rebeldías los surcos del destino,
para gritar después, con acordes de furia,
palabras que desbrozan el silencio
que anida en lo incompleto del binar.
A veces soy fermento de los sueños
y el títere da vueltas en mi sangre,
muñeco sin cordón umbilical
que mi muerte sostenga.
Y no valen reclamos de clepsidra,
ni mantas que socorran al espectro de trapo;
afuera sólo hay frío
y un viento que descarna marionetas
con saña enloquecida.
Sin embargo, aún presiento lo tangible que fui,
lo inútil que resulta
ser mar enardecido
cuando tú eres la calma y me acaricias...
Lo libres que se mueven las amarras
cuando estamos cosidos
al tiempo que respira en nuestra playa,
el pulso del naufragio.
Manuel M. Barcia
La sobriedad intelectual
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Es un segundo de inocencia
Descubriendo la intelectualidad
Del grillo que canta por las noches
Noches de luna ll...
Hace 9 horas
3 comentarios:
Los opuestos que se complementan:
el mar furioso-frìo y la calma!
Me gustó mucho,Manuel.
UN ABRAZO:
Elsa.
Me alegra que te guste, Elsa.
Gracias por venir.
Un beso
Manuel
Creo que en su momento fueron la combinación "casi" perfecta.
Que decirte que ya no sepas... Me encanta(es literal)leerte.
Besos
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