(Mi alma con el pueblo de Japón,
y el puño enarbolado, contra el hambre y la guerra)
No importa lo que somos.
No hay vínculo que una el existir
con la raza o la herencia.
Tan sólo una semilla nos separa
del cultivo del mal,
humanos o salvajes,
según en cada tribu el adn
conserve identidad,
un signo de realeza y un corazón
que latidos del alma serpentee.
Y la sangre no sea
la sed y el bebedizo
causante de la guerra,
genocidio sin fin,
estúpido temor del holocausto,
ardor del inocente,
ceniza de la hoguera.
Y del hombre, suicidio,
visión apocalíptica del fuego.
El pánico en el horno nuclear
cuando Gaia maldice
los átomos de uranio en sus entrañas,
vomitando tsunamis
y escapes radioactivos por la herida.
Manuel M. Barcia
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Hace 8 horas
6 comentarios:
CONTRA LA GUERRA y el hambre, LITERALMENTE,MANUEL.
Un abrazo:
Elsa
Mar vomita muchas veces, mejor dicho, demasiadas pocas veces lo que le hace daño a las entrañas.
Lo malo es que se generan holocaustos a los qu no tuvieron culpa.
Concha dixit.
Siempre, Elsa. Plegaria de metal que no caiga en olvido.
Un abrazo
Manuel
El mar siempre remonta,Concha, resucita su alma en las mareas.
Un abrazo
Un poema necesario, Manuel.
Te dejo un abrazo de meiga
Ana
Eso pensé mientras lo escribía, Ana.
Gracias por venir.
Un abrazo
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