Pandora me mostró los bienes y no males
ocultos en el mito-realidad
del ánfora que fluye semiyerta
la sed de la esperanza.
Había soledad y resonancia
de algún sueño inmortal;
columnas de un palacio a medio hacer,
oscuros ventanales de silencio,
los vidrios con ojeras,
y el polvo ancestral de los espacios
con abismos de arcilla,
que elevan hasta el púlpito a los dioses
cuando los panegíricos de amor
se dictan en voz baja.
No supe resolver
aquel tan enigmático misterio
que había en su interior.
Tan sólo reverberan los sonidos
del eco de mi voz en sus entrañas:
"No hay resurrección, tampoco muerte."
Y mientras la cincelo en mi memoria
con música de olvido
y la litografía de una rosa en el viento.
Manuel M. Barcia
2 comentarios:
Un poema para leer despacio, Manuel.
Beso de meiga
Ana
Gracias por degustarlo.
Un abrazo
Manuel
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