El rostro de un cadáver me observa fijamente,
hay dolor en sus ojos,
señas de identidad del sufrimiento,
de sangre y de violencia,
la huella inconfundible de los surcos del llanto,
la fibra de la muerte en su silencio.
Y yo he de fingir
fantasmas en mis sueños.
Mi alma fue agredida por la noche
con espasmos de excusa,
con pánico infinito a las tragedias.
No puedo convercerla de que acepte
los crímenes de guerra.
Y arde de recelo, se avergüenza,
y es cautiva, conmigo, del insomnio,
cicatriz de mi herida,
suicidio en mi carne.
Manuel M. Barcia
6 comentarios:
¿Quién, con qué permiso ha matado la primavera al niño?
Me indigno y mi furor ha deapagarse en las teclas de un ordenador, aunque me queda LA PALABRA y con ella, manifestar, si sirve de algo, el tremendo horror, la carga que ha de representar para los gobiernos, el ver lo que producen sus vaivenes.
Pero ¿Tienen alma? ¿Tienen moral? NADA, SOLO AMBICION .
Contigo Manuel.
Concha dixit.
Queda la libertad de los héroes prisioneros de inocencia en las sombras...
Grcias por tu existir en esta causa sin fronteras, Concha.
Un beso
Manuel
Fuimos agredidos por la noche...
Jamás aceptaremos la querra.La mirada de un niño los condena,por siempre.
Este poema ,Manuel, es imprescindible.
Un abrazo:
Elsa.
Gracias por tu apego a la humanidad, Elsa, por la defensa de ella.
Un abrazo
Manuel
Jamás tiene sentido la guerra porque mata a los inocentes y deja con vida a los causantes. Un total absurdo que se sucede sin cesar.
Un poema necesario, Manuel.
Un abrazo
Ana
Y tambien tu constancia, Ana, al menos para mí.
Gracias por estar.
Un abrazo
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