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Los ecos del placer
asolan el umbral de los sentidos,
orquestados de ausencia,
la música que gime
arias inolvidables.
Apenas hay memoria en tu voz,
el grito es más intenso cuando sueña
lagunas en las sienes
y ríos que se adentran como un vals,
danzables, vientre adentro.
Ardimos en su ayer
deseos encendidos junto al sol,
melodías antiguas sin tristeza,
el tacto, un ruiseñor,
trinos al viento.
Manuel M. Barcia
En este teatro de sombras dócilmente sangrantes
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Sabes que la locura es un Dios
No es desatino, sino revelación:
El único pecado que ilumina
En este teatro de sombras dócilmente san...
Hace 1 hora
2 comentarios:
Hay momentos que inevitable(mente) son in(olvidables)
Besos
Como un rito sensual de lo prohibido, sí.
Un beso
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