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Intuías, dolor,
que nadie velaría nuestro duelo
cuando el cuerpo es holganza de lo amado.
Supimos que la vida terminaba,
la que nos sabe huidizos
mientras arde la alquima en su muerte
y crece hasta la cúspide del frío
la raíz insaciable del silencio.
Y fuimos arenisca del diluvio,
del fuego la ceniza,
el cieno en la caída de los dioses.
Manuel M. Barcia
Charles Bukowski
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De la noche me atrae la luz malsana, enferma,
casi rota; mi vocabulario son gritos de lucidez,
mi ornamento la palabra desnuda, mi patria
el lado ...
Hace 7 horas
4 comentarios:
Bello poema, lamento por la ausencia, por ese esperado fin tan incierto. Siempre con la mirada del oficio del poeta.
Mi cariño de siempre Manuel.
Mi abrazo air-hasta-México, Leticia, y mi más sincero agradecimiento por tus días de amistad.
Un beso
Hermoso, aunque triste poema, Manuel.
Te dejo un abrazo de meiga
Ana
Los atardeceres son tristes... ¿ y qué?
Hay en su crepúsculo universos de belleza, meiga.
Un beso
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