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En esta imagen rota
persisten todavía
los retazos de ti que vistieron mi alma
con tu corta niñez
entre mis brazos.
También se puede oír nuestra respiración
mientras yo profanaba
el mundo de los sueños
con paternal locura, tan sólo por latir
los sonidos silentes de tu inexistencia.
Me preguntas si éramos felices,
si te contaba cuentos,
si Tara, nuestra perra, cuidaba tus desvelos
amparando tu cuna
del frío de la noche con su manto irlandés,
como si fuese luz
ese instinto de madre
con que te protegía.
Sólo puedo decirte
que un padre y una hija
son fragmentos de un todo indivisible,
a pesar de las sombras que a veces nos confunden
en un tiempo irreal, desmemoriado,
como si un dios quisiera
que fuéramos olvido
en la tristeza,
como si el porvenir
no quiera por presente los recuerdos
de tu cálida infancia
viviendo simbolismos del ayer
en las alas de un pájaro...
Acaso nunca llegues a sentir
que amar es suficiente,
o que cuando la lluvia me trae melancolía
eres niña de agua.
mmb.