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miércoles, 23 de julio de 2014

Horizontes cercanos






Me llamas Picaflor
con esa picardía de mujer
que sabiéndome barro
recrea mi quietud
sobre los pedestales de una estatua,
para allí seducir
extrañas mutaciones del misterio.

Sin embargo
es tan fría
la luz de tu belleza...

ese párvulo instante
después de nuestro asombro...

Nada es revelador en las caricias
que al éxtasis suceden,
tú sufres mal de altura
y yo la eternidad
de tus ojos abiertos
negando mi ceguera.




mmb



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