Siempre fuiste falaz
y mísera
y diosa del pecado.
Seguro que mi adiós resulta inevitable,
no importa dónde estés,
ni que seas abrazo de nostalgias
que creyeron la esencia del amor
su individualidad,
la mentira cruel de no sabernos
partícipes del otro,
ni siquiera pobreza del espíritu
que amarga la razón del solitario
con verdades a medias
y esa justa en la noche silenciando pasiones
en las luces vencidas del deseo.
Si hemos de morir que sea eternamente,
despojados del tiempo del dolor
y ayeres de metal en nuestros labios
que ahora son presente de ceniza,
quemaduras de sol en ámbitos secretos.
A mí ya no me importa tu existencia,
hueles a enfermedad,
a exilio de mujer compartiendo un amante
que nunca me podrá sustituir,
el vuelo de las águilas pasó,
queda en ti su leyenda
y en el espantapájaros un hombre
sin más virilidad
que ser compensación de un desengaño,
un libro de aventuras
con la dedicatoria de un poema
(decía algo así:
Porque la poesía es para siempre!
o quizá lo soñé,
creyéndote mi alma,
tan gemela)
mmb
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