No es que el Mal de Ojo me preocupe
después de que la bruja tejiese un amuleto
atado en siete nudos
que protege de males y codicias
cuando tras la mirada del deseo
se esconden los hechizos de un conjuro
Sin embargo, he bebido
diez vasos de aguardiente en la queimada.
Y en la herboristería
me dieron dos recetas con hinojo,
semillas de jacintos y castañas de Indias
y un diminuto puño de azabache
por si no pasa el agua
o se filtra la sed en sus enigmas
Porque a veces conviene defenderse
del meigallo y del asombramiento,
-tan sólo por curar el engañido-,
sin ungüentos ni aquelarres de meigas
cuando son efectivos
la ruda, el beleño y la cicuta
si no encuentra su antídoto el placer
Y así me puedo asir
a las alas de mis supersticiones
sin temor a caerme
cuando vuela la magia en nuestros cuerpos
sombreando la luz en perfiles del aire
para ser en tu rito tan adentro,
travestido de lluvia que amanece.
Manuel M. Barcia
2 comentarios:
Ufffff, qué buen poema, Manuel.
Magnífico y muy original.
Me encantó
Realismo mágico
Enhorabuena
Un beso
Ana
Me alegra mucho que te guste, meiga.
un beso
Manuel
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